En un plato grande, mezcla la harina con la ½ cucharadita de sal restante, el orégano y la pimienta negra. Pasa los chiles por la mezcla de harina para cubrirlos bien con ella.
En una batidora, bate las claras de huevo hasta que se formen ondas firmes. Con cuidado, a velocidad baja, agrega las yemas y bate solo unos segundos, hasta que se incorporen con las claras.
En una olla grande, agrega aceite para tener como 1 cm y calienta a fuego medio-alto. Cuando esté caliente, mete un pedazo de pan o tortilla y si el aceite burbujea alrededor, ya está listo. En ese momento, mete cada chile en la mezcla de huevo, asegurándote de que quede completamente cubierto. Ponlos con cuidado en el aceite caliente, tratando de que la parte que cerraste con el palillo quede arriba. Echa un poco del aceite caliente encima del chile con una cuchara. Pon los chiles que quepan en la olla sin encimarlos y dóralos unos 2 minutos por lado, volteándolos con cuidado con una cuchara con ranuras. Cuando estén listos, ponlos en una rejilla o plato cubierto con servilletas de papel.