En una olla, pon los tomates verdes, los dientes de ajo y los serranos y cúbrelos con agua. Calienta a fuego alto hasta que suelten el hervor. Hierve a fuego medio durante 10 minutos, o hasta que los tomates verdes cambien de color de verde brillante a verde opaco, estén cocidos y suaves, pero que no se deshagan.
Licúa los tomates verdes, el ajo y el chile (puedes añadir 1 chile primero) y 1/2 taza del líquido de cocción hasta obtener una mezcla suave. Agrega las hojas de cilantro, la cebolla y la sal y licúa otra vez. Rectifica la sazón. Prueba el nivel de picante y añade otro chile en pedazos hasta que pique lo que deseas.
En una olla, calienta el aceite a fuego medio. Una vez que esté caliente, pero no humeando, vierte la salsa y deja hervir. Hierve a fuego medio de 6 a 7 minutos, hasta que se espese un poco y el sabor y color sean más profundos. Apaga el fuego.
Una vez que se enfríe, puedes guardar la salsa tapada en el refrigerador durante semanas. Sin embargo, el picante irá disminuyendo con los días.