En un recipiente pequeño, combina la levadura con 1 cucharadita de azúcar y el agua tibia (no puede estar ni muy fría ni muy caliente, porque la levadura no va a reaccionar). Revuelve, y deja reposar en un lugar de la cocina donde no haya corrientes de aire. Después de unos minutos, revuelve para disolver bien la levadura. Deja reposar nuevamente en el mismo lugar durante un par de minutos más, hasta que la mezcla reaccione y la superficie se vea espumosa. Agrega 1 taza de harina y mezcla bien. Cubre con una toalla de cocina limpia y deja que se expanda durante 1 hora.
En una batidora con el aditamento de pala, bate la mantequilla con 2/3 de taza de azúcar a velocidad media, hasta que esté suave y cremosa. Reduce la velocidad a baja, añade la mezcla de levadura con las yemas, los 2 huevos, el resto de la harina y la pizca de sal.
Después de unos minutos, cambia la pala por el aditamento de gancho. Deja que la batidora amase la masa a velocidad de baja a media durante unos 10-12 minutos, hasta que la masa esté muy suave, lisa y brillosa, y puedas formar una bola con ella.
Engrasa un recipiente grande. Pon la bola de masa en el recipiente. Cúbrela con una toalla de cocina limpia y ponla en un área tibia de la cocina donde no haya corrientes de aire. Deja que se expanda durante 1 hora hasta que duplique su tamaño.
Precalienta el horno a 175 C y engrasa 3 charolas para hornear.
Destapa la masa y dale unos golpes para desinflarla. Divide la masa a la mitad, y luego divide cada mitad en pedazos hasta tener 16 pedazos de masa. Forma una bola con cada pedazo y ponlas en las charolas engrasadas. Ponlas en el mismo lugar tibio de 45 minutos a 1 hora para que se expandan una última vez.
En un recipiente pequeño, bate el huevo restante con una cucharadita de agua. Haz 3 cortes encima de cada pan y unta con el huevo y el agua. Hornea los panes durante 20 minutos, hasta que estén cocidos por dentro y dorados por fuera.