Pon una olla grande (yo estrené mi olla de cobre) a calentar a fuego medio. Vierte la leche, la vainilla, el azúcar y el bicarbonato, revuelve bien y deja que suelte el hervor. Mantén la mezcla en un hervor constante durante una hora y media, revolviendo ocasionalmente cada 15-20 minutos con una espátula o cuchara de madera. La mezcla se oscurecerá y espesará gradualmente.
Después de una hora y media, el líquido se habrá espesado y reducido y el hervor será más fuerte. Reduce el fuego a medio-bajo, para que siga hirviendo así. Quieres que burbujee activamente, no burbujas demasiado fuertes o agresivas. Revuelve con más frecuencia para que no se pegue en el fondo.
Sabrás que la cajeta está lista cuando: tenga un color café caramelo; sea espesa como caramelo líquido o jarabe; cubra la parte de atrás de una cuchara de madera; cuando la revuelvas con una cuchara de madera a través de la olla, quede un caminito atrás mostrando el fondo aunque sea durante unos segundos; mientras levantas lentamente la cuchara o espátula de madera, la cajeta tarde en caer; se pueda ver en los lados de la olla cómo se ha cocinado y reducido la cajeta y si luego raspas ese lado de la cuchara, queda un residuo pegajoso (y delicioso).
Apaga el fuego y deja enfriar, seguirá espesando mientras se enfría.
Pon la cajeta en un frasco de vidrio y ciérralo bien. Se mantendrá en el refrigerador hasta por 6 meses.