Hace casi 20 años que me enamoré de la Ciudad de Puebla. Ya saben, a veces cuando regresas a lugares que adorabas de joven y que te producen nostalgia, corres el riesgo de decepcionarte.
Pero me volví a enamorar. Después de días buscando locaciones, comiendo, investigando, probando y filmando con los Hermanos Cortéz, me fui con una lista mental de todo lo que no alcancé a probar.
El encanto está en todas partes: en la historia que emana de cada esquina, la talavera en edificios, mesas, jarras y platos, y la comida tan buena, ya sea en un restaurante o en el mercado, como los tamales de comino, acompañados de atole de cacahuate.
O en unas enchiladas de mole poblano en un plato de talavera fina.
En el Mural de los Poblanos, uno de los mejores restaurantes de la ciudad con comida exquisita.
Lo que más me enamoró fueron los Poblanos, quienes te dedican toda su atención y tiempo, sin importar lo ocupados que estén, con la mejor de las intenciones y el mayor de los entusiasmos.
Hay gente abrazándose por todos lados.
No importa si hay postes en medio, si llueve o sale el sol, ni la hora.
También vi a muchos besándose también (apoyo las muestras públicas de afecto, de por sí la vida dura poco, y si tienes la suerte de estar con tus seres amados, adelante).
Así que me enamoré de Puebla, como era de esperarse. Pero lo que no me esperaba para nada, fue probar comida italiana de las mejor que he comido. En el corazón de Puebla y con una historia de amor detrás.
foto Nacho Guani
Luis Carpintero, el dueño, trabajó en restaurantes y bares durante casi toda su vida. Se enamoró de Mónica y durante años soñaron con abrir un restaurante. Dado que Puebla tiene comida mexicana extraordinaria a manos llenas, optaron por preparar comida italiana, su favorita después de la mexicana, como yo.
El amigo de un amigo de un amigo de Luis conocía a una mujer mexicana que había ido a Italia hacía 30 años atrás, al enamorarse de un chef italiano llamado Piero Giangrande. Lo llevó a Tlaxcala, estado vecino de Puebla, donde abrió un restaurante. Luis y Mónica lo buscaron y planearon durante 10 años Italia Mia.
Tiene un amplio horno de madera para las pizzas y pastas preparadas en el momento. Me costó tanto trabajo escoger mi pasta, que terminé por probar un poco del plato de los demás y aun así no me podía decidir. El chef Piero supervisa al staff mientras extienden cada rollo de pasta. La de la foto está rellena con ternera, puerco, Parmesano Reggiano y Prosciutto, y se sirve con una salsa de trufa blanca, delicada al principio y con un final intenso y fuerte.
Luis y Mónica invirtieron todos sus ahorros, esperanzas y trabajo en este lugar, yo puedes sentir desde el momento que prenden el bar (la foto no le hace justicia, la tomé con mi teléfono).
Tienen un menú con 22 martinis diferentes, los llamados tragos coquetos por Luis. Y vaya que son coquetos.
El martini de pepino que me sugirieron Luis y Mónica me gustó tanto, que cuando regresé a D.C., corrí a la licorería a comprar Limoncello, uno de sus ingredientes. Lo preparé para una cena la semana pasada y les encantó a los invitados.
¿Pepino en un martini? Se preguntaban. Sí, pruébenlo, no se imaginan lo rico que está. Igual que en Puebla, todo lo que probé ahí, mexicano o no, hace que quiera regresar por más.
Con cada trago, puedes masticar los pedazos de pepino, que se han impregnado del martini. Es una experiencia totalmente inesperada.
Ingredientes
- 45 ml de ginebra
- 30 ml de Limoncello
- 1 rebanada de limón para macerar
- 1 rebanada de pepino sin semillas para macerar
- 15 ml de jarabe simple
- 1 cucharada de pepino sin semillas cortado en cuadritos
Para preparar
- En una mezcladora para martinis, combina la ginebra, las rebanadas de limón y pepino y el jarabe. Mezcla y macera todo por unos 5 minutos. Si quieres preparar más de un martini, puedes hacerlos en una jarra y refrigerarla hasta por 12 horas.
- Llena la mezcladora con hielo y agita fuerte por 1 minuto. Cuela y vierte el líquido en un vaso para martini helado. Decóralo con los cuadritos de pepino y un espiral hecho con la cáscara del mismo.
- Para preparar el jarabe simple, solo mezcla la misma cantidad de agua con azúcar y hierve por un par de minutos hasta que el azúcar se diluya.
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