No soy de las personas que lleva una botella de salsa en mi bolsa a donde quiera que vaya. Tengo un tío que sí lo hace y se siente orgulloso de ello. Cada que viaja, saca su salsa Tabasco y se la echa a toda la comida que se encuentra, hasta en restaurantes más elegantes.
Ahora lo sé, los mexicanos tienen la reputación de amar todo lo que tiene chile y es cierto. Como dijo Fray Bartolomé de las Casas, cura español defensor de los indígenas y cronista del inicio de la Colonia, en el Siglo XVI: los mexicanos, sin chiles, creen que no han comido. Mmm… lo mismo se puede decir hoy, pero aclaro que no es sólo el picante lo que buscamos.
La mayoría de los mexicanos somos consumidores de chiles muy exigentes. Ya que hay tantas variedades de chiles, y aún más formas de prepararlos y usarlos, podemos darnos el lujo de discriminar cómo y con qué los preparamos. Amamos sus diferentes sabores, texturas, aromas y personalidades, por eso creo que mi tío es la excepción a la regla.
Todo esto lo digo, sin afán de disculparme, para explicar que aunque no llevo mi botella de salsa a todos lados, definitivamente sí soy una amante de los jalapeños en escabeche, aunque tengo mis límites…igual que la mayoría de los amantes de los escabeches. Pueden comer un pepinillo con diferentes tipos de sándwiches, o con una milanesa con puré de papas, o con una rica salchicha de ternera con sauerkraut, o un baguel fresco con lox… pero sería sorprendente verlos comer un escabeche con un plato de spaguetti marinara.
No juzgo, las personas pueden comer lo que quieran con su escabeche o salsa preferidos. Pero sí es sensato tener algunos lineamientos para ayudarnos a definir y disfrutar el mundo en el que vivimos. Así que no como pepinillos con helado y mis embarazos tampoco fueron el pretexto para hacerlo.
Sin embargo, fue muy chistoso ver la sorpresa en la cara de mis amigos cuando fuimos a comer pizzas en Cape May hace como un mes y pregunté si tenían jalapeños en escabeche para ponerlos encima de la pizza. La cara del encargado estaba igual de sorprendida que la de mis amigos y me dio una respuesta rápida y definitiva: NO (algo así como ¿está Ud. loca?)
Ahí tienen, si me tuviera que mudar a alguna parte del mundo donde no haya jalapeños en escabeche, o jalapeños frescos para encurtirlos, definitivamente llevaría a los míos, junto con una lata de chipotles adobados y un frasco de salsa verde hecha en casa.
Cuando Mimi y David, un par de nuestros sorprendidos amigos, nos invitaron a una cena de pizzas en su casa, les pregunté ¿qué les llevo? Claro que después les dije: “en lugar de la ensalada… ¿puedo llevar unos jalapeños en escabeche, por favor?” Ya sé, no fue muy amable de mi parte.
Déjenme explicarles: aunque los jalapeños en escabeche no van con todo, si van con un extraordinario número de cosas: sándwiches, tortas, quesadillas, para acompañar huevos revueltos, enfrijoladas, carne asada, arroz… Podría seguir y seguir, la lista en infinita. Mi amiga colombiana Tamara, igual que muchos mexicanos, se los come directo del frasco.
Lo que quiero recalcar, es que son simplemente espectaculares con las pizzas. Tanto, que las pizzerías en México usualmente los tienen en todas las mesas.
Como les prometí, aquí está mi receta favorita para preparar jalapeños en escabeche. Usualmente se escabechan junto con otras verduras como cebollas, ajos y zanahorias, que es lo yo hago. Existen otras versiones que añaden ingredientes ya cocidos como papas cambray, ejotes, coliflor y nopales. Funcionan igual de bien, así que anímense y añadan los ingredientes que más se les antojen.
Una de las cosas maravillosas de encurtir, aparte de que es fácil, es que resalta algunas características de los ingredientes de una forma inusual, y que también prolongan su duración.
Esta receta es para una porción grande, ya que se acabarán pronto y porque toma un poco de tiempo prepararlos, por lo que me gusta preparar bastantes. Duran mucho tiempo refrigerados, si es que no se acaban de volada como creo que lo harán. La próxima vez que comas o prepares pizzas, pruébalas con jalapeños. Si no los quieres preparar, hay muchas marcas de jalapeños en escabeche enlatados disponibles en los supermercados, y son deliciosos.
NOTA: no acostumbro sugerir que usen guantes para cocinar, pero para esta receta hay que limpiar bastantes chiles, por lo que es mejor usarlos. Si no los usan y las manos les arden, hay que lavarlas con agua tibia y jabón, frotarlas con una cucharada de aceite, o remojarlas en un poco de leche, crema agría, espesa o helado. Todos estos métodos ayudan, ya que diluyen la capsaína, la sustancia aceitosa que le da el picante a los chiles.
Ingredientes
- 1 1/2 kg de chiles jalapeños enjuagados sin semillas y cortados en rajas
- 1 1/2 kg de zanahorias peladas y cortadas en rebanadas diagonales
- 500 g de cebollas perla o cambray, sólo las partes blancas y verde claro
- 4 cucharaditas de sal
- 15 a 20 dientes de ajo
- 1 taza de aceite vegetal
- 2 tazas de vinagre blanco
- 1 taza de agua
- 1 cucharadita de pimientas negras enteras
- 2 hojas de laurel
- 2 cucharaditas de tomillo seco
- 1 cucharadita de orégano seco
- 6 clavos enteros
- 1 cucharadita de semillas de comino
- 1 cucharadita de azúcar morena o mascabada
- 2 tazas de vinagre de arroz
Para preparar
- Enjuaga los jalapeños, quita los tallos y parte a la mitad para sacar las semillas (dado que son muchos chiles, puedes usar guantes). Pon los chiles en un recipiente grande. Enjuaga las zanahorias, quítales las partes de arriba, pélalas y corta en rebanadas diagonales de 1/2 cm. Ponlas en el recipiente junto con los jalapeños. Pela las cebollas perla y quítales la capa externa. Añade al mismo recipiente. Espolvorea las verduras con la sal, revuelve y deja reposar durante 1 hora.
- Pon el vinagre blanco en la licuadora con el agua, las pimientas, las semillas de comino, los clavos enteros, las hojas de laurel, el tomillo, el orégano y el azúcar moreno. Licua hasta obtener una mezcla suave.
- En un sartén grande, grueso y hondo, calienta el aceite a fuego medio-alto durante unos 2 minutos, hasta que esté caliente, sin que llegue a humear. Añade con cuidado las verduras con sal, reserva sus jugos y fríelas de 6 a 8 minutos, revolviendo de vez en cuando hasta que se empiecen a suavizar. Añade los dientes de ajo y cocina durante 2 minutos más.
- Añade con cuidado los jugos de las verduras, junto con el vinagre blanco y el vinagre de arroz. Cocina todo por 5 minutos más. Retira del fuego y enfría.
- Pon las verduras en un frasco con tapa y refrigera. A mí me gusta usar frascos de vidrio, ya que por alguna razón saben aún mejor ahí. Deja que las verduras se escabechen por al menos un día antes de servirlas. Duran meses, si es que no te los acabas antes.
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