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La vida secreta del aguacate

Mi amiga Vered vino a la casa con medio kilo de queso Feta francés y pan pita recién horneado, como los que comía cuando vivía en Israel. Con solo una probada, nos dimos cuenta del hambre que teníamos, aunque todavía no era hora de comer. Teníamos 20 minutos, tiempo suficiente para preparar algo.

Tenía un último aguacate mexicano maduro. Le ofrecí preparar una Farolada mexicana con su pan pita, acompañado de guacamole fresco.

La Farolada, nombrada así por la cadena de taquerías El Farolito, es una pita rellena de queso manchego mexicano, parecido al Monterey Jack, asada hasta que el queso se derrite. Si la dejas asar un poco más, el queso que salga se dorará.

Empecé a picar un chile serrano para el guacamole cuando Vered dijo que tenía otros planes para el aguacate y el pan pita: prepararlos de la forma israelí, que es deliciosa, agregó.

No puedes entrar a mi cocina y tentarme con algo que nunca he probado antes y quedarme sin hacer nada.

Así que dividimos el aguacate a la mitad.

Ella mezcló su mitad con el queso Feta, aceitunas verdes, jugo de limón, aceite de oliva y sal. No rellenó el pan pita, sólo lo calentó.

Mientras la Farolada se doraba, preparé mi guacamole favorito: aguacate machacado con jugo de limón, chile serrano, cilantro y sal. No le pongo jitomate picado.

Se comió mi versión mexicana y le gustó. Yo me comí su versión mediterránea y me encantó. Me gustó más su versión, de hecho. Era más exótica y además me encanta el sabor ácido del Feta francés.

Sin embargo, acabé de comer con un pedazo de mi versión, que sabe a hogar.

Puedes probar ambas versiones, a ver qué opinas.

 

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