Cuando era niña en la Ciudad de México, mis hermanas y yo solíamos preparar comidas exóticas, perfumes y pociones para los habitantes de nuestro bosque encantado: nuestro perro, el azulejo, los caracoles, las mariposas y las catarinas que visitaban nuestro jardín y eran testigos de nuestra magia. Usualmente invitábamos a algún familiar o visita incautos, a veces hasta ofrecíamos clases de cocina.
Mi mamá nos extendía una cobija grande en el patio con algunas ollas y sartenes, mientras ella preparaba la comida para el fin de semana. Teníamos un árbol de higo, uno de duraznos, un par de lo que llamamos naranjas chinas y muchas azaleas y hierbas que nos daban ingredientes a manos llenas para nuestras pociones, pero nuestro ingrediente estrella eran sin duda las flores de Jamaica secas, que guardaban en un frasco grande en la cocina.
No son nativas de México, y se debate si vienen de África o India. Llegaron durante la Colonia y hot en día se usan principalmente para preparar agua de Jamaica, una de las aguas frescas que se disfrutan a diario en la Ciudad de México. El agua de Jamaica es muy popular debido a su sabor ácido, ligero y refrescante que complementa muy bien a la comida mexicana.
Para que la espera no se nos hiciera tan larga, mi mapa nos ponía también una jarra grande de agua de Jamaica. Nos tomábamos el agua claro, pero también la vertíamos en charolas para hielo con palitos de madera para hacer mini paletas, o la mezclábamos con grenetina para hacer una gelatina. Ambas formas de usar el agua de Jamaica son muy populares en México hasta nuestros días.
Sin embargo, era más divertido ir a la cocina por las flores secas y experimentar con ella nosotras mismas. Era fascinante ver cómo iban pintando el agua con su color rojo profundo y vívido. Su olor floral y fragante también ayudaba a nuestros hechizos.
Después de que mi esposo y yo nos mudamos a los Estados Unidos en la década de los noventa, guardaba bolsas de flores de Jamaica en mis maletas cuando visitaba México. Mi antojo se intensificó mientras estaba embarazada, tanto por su sabor ácido (bienvenido al cargar peso extra), como por sus propiedades diuréticas y digestivas y alto contenido de vitamina C y minerales, propiedades conocidas allá.
Afortunadamente, ya no tengo que traerlas en mis maletas. Ya las puedo encontrar en tiendas en Estados Unidos o en línea, lo que es muy bueno porque las uso bastante. El agua de Jamaica tradicional es básica en mi casa, pero sigo jugando con las flores en mi propio bosque encantado o en mi cocina.
Como otros chefs mexicanos aventureros, he estado experimentando para expandir sus usos culinarios. Por ejemplo, el concentrado de Jamaica tan fácil de hacer se puede usar para preparar un jarabe para rociar en carnes como pato, venado o cordero.
Algo más audaz, y que me encanta, es comer las flores. Sin embargo, son duras y con poco sabor si no se preparan bien. Hay que macerarlas por al menos un par de horas para que se pongan chiclosas y liberen su sabor ácido y parecido a los arándanos. Son perfectas para hacer vinagretas exóticas.
El concentrado también se ha usado para hacer margaritas desde hace un tiempo ya, y me sorprendió encontrar tequila con infusión de Jamaica en un restaurante en el Centro de D.C. Aunque no soy una conocedora del tequila, me supo delicioso.
Estos días, cuando nos visita mi mamá, trata de ponerles una cobija a mis hijos en el patio con sartenes y ollas. No pasan 10 minutos y mis hijos ya están jugando luchitas. Sin embargo, una de sus cosas favoritas es comer brownies afuera, por lo que es posible que la próxima vez les pueda poner jarabe de Jamaica encima con crema batida. Esa es una receta que no he probado.
Artículo escrito y fotos tomadas para y publicados por Kitchen Window de NPR el 22 de julio del 2009.
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