Nuestros amigos Tamara y Sean son entusiastas de la comida y fans de la riqueza y versatilidad de los chiles. Después de recibir su invitación para la cena de Thanksgiving la semana que entra, comencé a pensar en los posibles platillos que podía llevar, con chiles claro.

Esta es una de las cosas que se ocurrió y estoy impaciente por que la prueben: camotes suaves y cremosos bañados en un jarabe de piloncillo y naranja y espolvoreados con chile de árbol tostado. El tenedor en la foto que acabo de tomar es evidencia de la tercera porción que me he comido hoy, al hilo. ¿Son fáciles de preparar? Sigan leyendo para averiguarlo.

Me gustan mucho los camotes. En México se han comido desde tiempos prehispánicos, usualmente dulces. Las versiones más populares son hervidos y rociados con leche condensada, miel o jarabe, igual que los plátanos macho que publiqué hace poco, o cocidos y hechos pasta, moldeados, caramelizados y transformados en unos dulces deliciosos.

Aunque gracias a mis viajes y a mis investigaciones, también los he probado en sopas, budines, ensaladas tibias, purés y hasta en flanes. Una de mis versiones favoritas es como los prepara mi mamá.

Los hierve, pela y rebana. Luego, agrega pedazos de mantequilla, azúcar morena o mascabada o piloncillo, chile de árbol y los mete al horno. Comencé con su idea, pero decidí hacer un jarabe con lo que ves en la foto de arriba: mantequilla, azúcar morena o mascabada o piloncillo rallado y jugo de naranja y de limón para darle más sabor.

Pones esos ingredientes en una olla a fuego medio-bajo. Cuando se derrita la mantequilla, deja hervir la mezcla durante unos 4 minutos, hasta que se haga un jarabe.

Rocíalo encima de las rebanadas de camote en un refractario engrasado con mantequilla. Para un toque rústico, robusto y picante, espolvorea chile de árbol tostado y picado encima.

Si no conoces el chile de árbol, así se ve.

Ya es muy fácil encontrarlos fuera de México. Son delgados, alargados, con un color rojo/naranja muy bonito y son picosos, con un sabor profundo.

Para usarlos en este platillo solo hay que quitarles los tallos, hacerles un corte a los lados y sacarles las semillas, que salen de inmediato. Te toma sólo un minuto.

En un comal o sartén previamente calentado a fuego medio-bajo (toma de 3 a 4 minutos calentarlo), tuesta los chiles de 20 a 30 segundos por lado. La piel interna se pondrá opaca, soltarán su aroma y la piel externa se tostará y tomará un color café oscuro. Ten cuidado de no quemarlos.

Deben verse así.

Después, hay que picarlos y cuando acabes, lávate las manos. No quieres frotarte los ojos con las manos llenas de chile de árbol. Si hiciste más de los que necesitas, los puedes guardar en un frasco o bolsa y cerrarlo muy bien, para que duren mucho tiempo.

Una vez que rocíes los camotes con el jarabe y espolvorees el chile, añade un poco de sal encima. Hornea a 200 C de 15 a 20 minutos y listo.

Antes de usar mi tenedor.

Estos camotes retienen su sabor dulce con un ligero sabor cítrico y un poco de picante que realza el platillo. Hervir los camotes antes de hornearlos, les da una textura cremosa y suave que no se obtiene si solo los horneas. Hornearlos espesa el jarabe y tuesta por fuera un poco a los suaves camotes. Es una excelente combinación y me voy a acabar todo lo que me serví.